La Atención Consciente o Mindfulness, es
un estado de atención al momento presente, desde donde tomar conciencia de las
distintas experiencias y las fases de esa experiencia, con una mente abierta a
lo que acontece, suspendiendo juicios, tanto a lo interno como externo.
Esa conciencia nos abre nuevas
oportunidades de conocernos, conocer cómo acontecen las emociones, las sensaciones,
los pensamientos, los sonidos, nuestro movimiento, sentimientos y cómo es
nuestra respuesta o reacción ante esos acontecimientos, cómo nos relacionamos
con ellos.
Y este proceso de conciencia, nos
permitirá poder tomar decisiones más inteligentes, distanciándonos un poco más
de todo ese proceso de “piloto automático” que todas esas reacciones producen
en nuestro cuerpo.
Esa conciencia nos permite ser más
honestos/as, ver las situaciones con más claridad, darle más sentido a lo que
nos sucede y a cómo reaccionamos o respondemos, a tener más confianza en
nosotros/as y en los procesos naturales que se producen, así como en la
naturaleza humana y en las intenciones que van ocultas en nuestras acciones y
en las posibilidades que la vida nos ofrece y que a veces estamos ciegos/as a
ellas.
Ampliando esta conciencia, ampliamos
también esas posibilidades, nos damos más cuenta de ellas, en el momento en el
que se ofrecen, que se nos abren desde nuestro interior y podemos decidir cómo
responder ante ello.
Las sensaciones agradables o desagradables
producen en nosotros/as reacciones que
nos privan de experimentar a veces y regular más sabiamente lo que acontece:
las tensiones, nuestros impulsos, las alegrías desproporcionadas, el dolor, la
enfermedad, el sufrimiento, nuestras frustraciones, lo que reduce nuestra
calidad de vida.
Ser más conscientes de nuestras
elecciones, nos permite dirigir mejor nuestro compromiso y esfuerzo hacia
nuestro propósito y proyecto de vida y reconocer que todo y todos/as estamos
interconectados/as tanto en lo que nos alegra, como en lo que nos duele, en
resumen, en nuestro sufrir a mantener lo que nos agrada o desagrada, esto nos
permite desarrollar recursos naturales para relacionarnos con lo que nos sucede
de una forma más saludable para todo/as.
Nos permite aprender a relacionarnos con
nuestras experiencias agradables y desagradables de una manera más sencilla,
sin tanto juicio, con confianza y de forma proactiva aprovechando la
oportunidad.
Pero Mindfulness no son conceptos cerrados
que aprender, ni teoría que estudiar, es verdad que hay gran cantidad de
investigaciones que nos muestra que las técnicas que en Mindfulness se utilizan
están reportando mucho beneficio a las personas en todos los ámbitos donde
interactuamos: educación, social, salud, deporte, laboral, espiritual y son un
gran trabajo a conocer y desde donde aprender, y que hay un gran estudio de la
filosofía que lo abarca y le da sentido, pero la mejor forma de conocer sus
efectos, es experimentándolo, practicándolo de forma regular, lo que nos
permitirá gestionar nuestras vidas de una manera más óptima, estemos en el
momento que estemos en nuestra historia de vida, con amabilidad y comprensión.
Aparcar nuestras expectativas y juicios,
nos permitirá abrirnos a la experiencia con una mente de principiante,
observando y sintiendo lo que sucede de forma natural y acogiéndolo desde esa
apertura.
La respiración es la mejor herramienta y
recurso que tenemos para atender a la experiencia. Un recurso natural que toda
persona tiene acceso a ella en cualquier momento, estemos donde estemos, desde
la propia economía humana, respirar hondo nos facilita conectar con nuestro
cuerpo, relajarnos y poder entrar en una mayor conciencia interna y externa.
Un estudio que publica la revista Science[i] nos ofrece cómo
entender porqué respirar hondo puede calmarnos: se trata de un grupo de
350 neuronas situadas en el tronco del encéfalo, entre el cerebro y
la médula espinal.
Los autores del trabajo, liderado desde la
Universidad de Stanford (EE.UU.), descubrieron estas neuronas en una
investigación con ratones y concluyeron que tienen dos características
específicas.
La primera, es que están más activas
cuanto más rápida sea la respiración, y la segunda, es que su misión es mandar
señales a otra parte del tronco del encéfalo, llamada locus cerúleo, que está
involucrada en la respuesta del cuerpo al estrés y el pánico y en el tránsito
del sueño a la vigilia.
El efecto calmante de la respiración
La actividad rítmica de un grupo de
neuronas en el tronco cerebral inicia la respiración. Este grupo se
compone de distintos subgrupos de neuronas, aunque se
entremezclan. Yackle et al. encontró una subpoblación neuronal
pequeña, molecularmente definida en este generador de ritmo respiratorio que
directamente proyecta a un centro cerebral que juega un papel clave en el estado
de alerta generalizado, la atención y el estrés (véase la Perspectiva de
Sheikbahaei y Smith). La extirpación de estas células no afectó la
respiración normal, pero dejó a los animales inusualmente calmados. El
centro respiratorio tiene así una influencia directa y dramática en la función
cerebral de orden superior.
Por ello, “una respiración lenta y calmada
activaría menos estas neuronas, lo que causaría menos activación del locus
cerúleo y menos agitación”, detalla el autor del estudio, Kevin Yackle. El locus cerúleo, un centro cerebral implicado en la
atención, la excitación y el pánico que se proyecta a través del cerebro. leer más...