jueves, 7 de julio de 2016

EDUCAR CON O SIN CASTIGOS ESA ES LA CUESTIÓN...

Quizás nunca te hayas planteado como padre o madre si es correcto utilizar el castigo como técnica para la educación de tus hijos. Tal vez nunca lo hayas hecho porque creas que es algo normal, lógico y necesario o tal vez incluso no lo hayas hecho porque lo lógico y normal en tu estilo educativo sea no utilizarlo jamás. Os ofrecemos una reflexión al respecto.





El castigo de "andar por casa"


 Es lo que en nuestra jerga común utilizamos de manera habitual al decir por ejemplo: "Juan, como no te laves los dientes te castigo" o " ¡¡Estás castigada sin salir!! En nuestra cultura está bastante arraigada la costumbre de utilizar el castigo para que nuestros hijos "se porten bien" o para que nos hagan caso, incluso hay quien lo usa para que los nenes "hagan lo que yo digo, pienso o quiero" porque soy su padre. ¿Pero como está funcionando esto realmente en el pequeño? ¿Por qué deja de hacer aquello que nos incomoda? ¿ lo hace porque ha comprendido así que "tal cosa" está mal? ¿ o tal vez por miedo a que le vuelvan a castigar? ¿ Por qué no "hacen efecto" mis castigos? ¿Por qué parece que mi hijo no aprende?


El castigo científico


A lo largo de los años en diferentes disciplinas y con distintos nombres, se ha venido estudiando el castigo y sus diferentes efectos. En psicología, y sobre todo en la psicología más científica, el castigo y sus consecuencias forman parte imprescindible del conocimiento normativo de esta ciencia. Profesiones diversas como educadores, maestros, pedagogos también conocen bien en que consiste el castigo, o al menos deberían, y cuáles son sus consecuencias, tanto a corto como a largo plazo.

Desde el punto de vista educativo y psicológico, el castigo se entiende como una técnica de modificación de conducta, una herramienta que nos permite obtener más probabilidad de que el sujeto al que se le aplica, no vuelva a realizar la conducta que nos molesta o incomodan. El estudio de la contingencia sirvió para entender la importancia de proximidad entre la conducta indeseable y el castigo, y lo mismo sucede cuando nos referimos a los premios o más academicamente descrito como refuerzos. 

Durante años Skyner, psicólogo conductista americano que investigó sobre la modificación de conducta y el condicionamiento operante, realizó experimentos con palomas en la llamada "Caja de Skyner" y permitió el conocimiento sobre los programas de refuerzo y sobre como aprende el animal en relación a los estímulos que le rodean.  

Lo cierto es, que a lo largo de la historia se ha llegado a la conclusión de que el aprendizaje es más eficaz cuando se consigue con refuerzos que con castigos. Además la mayoría de investigaciones y experimentos con animales se han centrado en el aprendizaje mediante programas de reforzamiento y muy poco en la utilización del castigo. Por supuesto estos y otros muchos estudios con animales abrieron puertas al conocimiento del aprendizaje humano y sentaron las bases de la modificación de conducta en personas.

Se sabe que el castigo como técnica para la modificación de la conducta,funciona. Aunque con ciertos matices importantes que después veremos.

A mediados del siglo XX la utilización del castigo junto con otros métodos de crianza centrados exclusivamente en la conducta, parecían ser el método mas útil y rápido para resolver problemas de comportamiento tanto en casa como en las aulas. Poco a poco se fue instaurando en nuestra cultura como algo normal y práctico. Un método que no requiere recursos cognitivos complejos, ni para su puesta en práctica por el adulto ni en el niño. 

Perder el tiempo en explicar a un niño de 3 años por qué no debe utilizar el mantel de la mesa como capa de superéroe era por supuesto un opción poco eficiente. Pero pronto se convertiría en una forma de infligir daño físico y moral que fue más allá de lo moralmente aceptable. 

El castigo se convirtió y así continua en la actualidad en una ofensa moral que provoca culpabilidad y daño más aun cuando se acompaña de juicios y valoraciones personales del tipo: eres malo, esto te lo mereces o no te mereces nada. Y sí, el castigo funciona.

El castigo natural




 El castigo es cualquier estímulo aversivo que aplicado contingentemente a la conducta indeseable hace que ésta tenga menos probabilidades de que se repita. Pero esto no es un invento del hombre. Lo que hemos descubierto es nada más y nada menos cómo utilizar el poder de las consecuencias y cómo manipular las contingencias y el entorno de manera artificial para que el aprendizaje sea más rápido y aparentemente más efectivo. 

La vida nos proporciona todos los refuerzos y todos los castigos de manera natural. Cualquier decisión que tomemos nos lleva a una acción y ésta a una reacción de lo que nos rodea, una consecuencia. 

Clara, nuestro bebé de 9 meses que todavía gatea por casa, se aproxima al horno que está encendido. Mamá le dice ¡NO! ¡PUPA!, pero Clara decide desafiar a mamá y vivir su aventura. Mamá puede coger a Clara en brazos y entretenerla, puede regañar a la niña y asustarla con un grito (castigo infligido), puede darle un manotazo en la mano que aproximaba al cristal del horno (castigo infligido), puede apagar el horno (refuerzo negativo para la madre) o por qué no, puede dejar que Clara toque el cristal del horno y que compruebe las consecuencias. Sin juicios, sin calificativos y con cariño. Siempre con sentido común por supuesto y midiendo el riesgo.


Yo decidí utilizar el método de las consecuencias naturales en la crianza de mis hijas. Se quemaron con el horno, una vez. Se pillaron los dedos en el cajón, dos veces y se quemaron al tocar la cafetera caliente una vez. Aprendieron a confiar en mamá 100%. Mamá decía "no toques eso que quema", "Cuidado que te puedes lastimar" y poco a poco entendieron que mamá tenía razón. Recuerdo una anécdota: bajaba con mi pequeña de 3 años del coche y mi abuela estaba aterrorizada porque yo andaba cogiendo cosas del coche y comprobando el cierre mientras mi hija permanecía quieta como un palo junto al coche sin salir corriendo. ¡Coge a la niña que la puede pillar un coche! me dijo. Y ahí comprobé la complicidad que teníamos mi hija y yo, tenía tanta seguridad y confiaba tanto en ella y ella en mí, que bastó con decirla "quédate ahí quieta cariño que te puede pillar un coche" y ella así lo hacía día tras día.

En este momento muchos pensaréis que esto es imposible con alguno de vuestros pequeños. Pero habría mucho que hablar. 

Volvamos al caso de Clara gateando por casa. Mamá decide no utilizar las consecuencias naturales, y coge a Clara en brazos. Coge a Clara en brazos cada vez que se aproxima a algo que mamá o papá consideran que es peligroso o no apto para ella. Y además, como Clara siempre está explorandolo todo, ellos consideran que es una niña muy movida. Cogen a Clara en brazos y verbalizan algo así como "niña mala", " vaya día llevas hoy guapa", " esta niña es un bicho"...Llegan a desesperarse y utilizan a veces incluso el castigo físico para "que aprenda".  

Esta costumbre va evolucionando hasta que casi es imposible salir a tomar algo con Clara o a pasear tranquilos por un parque, porque Clara quiere seguir investigando, no ve el peligro de caerse a un estanque, de pillarse los dedos con las puertas o de tocar algo peligroso y sus padres se agotan.


El uso del refuerzo positivo en lugar del castigo



¿Que hacemos con los niños y niñas que tienen un comportamiento inadecuado o poco adaptativo para ellos? Puede que nos encontremos los psicólogos con casos de niños cuyos padres traen a consulta por problemas de comportamiento. Una vez comprobado que tales problemas están influyendo en el funcionamiento familiar y sobre todo en la vida y desarrollo normal del pequeño, tendremos que ver como intervenir. Es decir, como modificar la conducta.
Como decíamos anteriormente, el uso del refuerzo ha sido comprobado como una técnica mucho mas eficaz que el castigo para la modificación y moldeamiento de las conductas inadaptadas. Esto no quiere decir que llegados a un punto crítico, como terapeutas, como educadores y como padres no debamos utilizar el castigo de alguna manera. En ocasiones el castigo es necesario, pero nuestra opinión es que no debe utilizarse como método educativo, sino como una técnica, puntual, que nos va a ayudar a obtener un aprendizaje eficiente en casos críticos.
El castigo no sirve prácticamente de nada de manera aislada. Imaginen, tenemos un cachorro en casa y aunque ya sabe hacer sus necesidades fuera, todavía no ha aprendido a dormir en su "cama". ¿Imaginan castigar al cachorro cada vez que se encuentre en un lugar que no sea su "cama"? El pequeño iría probando lugares de la casa donde poder tumbarse y nosotros castigaríamos con un periódico enrollado cada vez que eligiese el lugar equivocado. No ¿verdad? Seguro que se les ocurre una idea mejor.

El refuerzo positivo resulta ser la técnica mejor para fomentar las buenas conductas. 

Llegado un momento en nuestro camino de la crianza y la educación de los pequeños, nos vemos inmiscuidos en rutinas diarias y maneras de actuar automatizadas.Casi no somos conscientes a veces de lo que decimos a nuestros hijos. ¡¡Está el salón hecho una porquería!! ( nada más entrar en casa), ¿ Aun no has hecho NI la cama?. ¡Quita esto de aquí!. Peínate ¿no?. Hoy no has estudiado. Esto no se hace. Así no. No. No. No.....

¿Y cuando reforzamos? El primer paso es tomar conciencia. El segundo comprender que es necesario el refuerzo, mucho más que la crítica, la recomendación o el castigo. 

Hacer una lista durante una semana de todas las cosas que hace bien tu hijo puede ser muy útil para darte cuenta de las pocas veces que reforzamos las buenas conductas. Por qué no..." ¡Me fascina como has dejado hoy la habitación!. ¡Qué bien habéis puesto la mesa!. ¡ Hoy el salón está mejor que ayer!. ¡ Que guapo te has puesto!. ¡Gracias por llevar la ropa sucia al cesto!. y aunque no cabe en este discurso, por supuesto reforzar la autoestima y la autovalía de nuestros hijos es algo imprescindible. 

Afirmaciones directas como ¡Eres Genial!, ¡Que buena idea has tenido!. ¡Tu puedes hacerlo fenomenal! también son refuerzos positivos frente a afirmaciones del tipo ¡tu no puedes!, ¡Eres malo!, ¡ Así nunca lo vas a conseguir! etc que no son más que castigos y juicios casi siempre morales que destruyen la autoconfianza.

Cuando este cambio de punto de vista y de hábitos en la práctica educativa no funcionan por si solos, es preciso utilizar el poder de las consecuencias. No es castigar al niño o niña al rincón, no vale pegar por supuesto y no se entiende el castigo como humillación o lección moral "porqué te lo mereces". Las técnicas que se utilizan en estos casos son las siguientes:

Pérdida de algún privilegio

Cuando previamente hemos establecido con el pequeño unas normas o acuerdos y éste decide no hacer las cosas acordadas o actuar como se habló en su momento con él, éste sufrirá unas consecuencias, basadas en la pérdida de algún privilegio que antes disfrutaba. Es importante acordar estas consecuencias de antemano y asegurarnos de que las ha comprendido correctamente.

Tiempo fuera

Quizás sea la técnica mas estricta o disciplinaria que se utiliza. Consiste en retirar al pequeño del lugar o la escena que le resulta reforzante o confortable. Lo que se entiende como "Castigado a tu habitación" o " Fuera de Clase". 

Esta técnica no debe utilizarse deliberadamente como castigo moral y de forma masiva. Solo de manera puntual y por un tiempo limitado de entre 3 y 10 minutos. Alguna variante que se puede recomendar en ocasiones es dejar solo al pequeño en el momento que está perturbando el  ambiente en esa instancia. Por ejemplo: Pablo no está respetando las normas de convivencia y está dando saltos de un sillón a otro. Como no sabemos que es lo que le lleva a realizar este comportamiento y que cosa es lo que está reforzando esta conducta, optamos por desaparecer de la escena durante unos minutos.

Entonces, castigo sí o castigo no

El castigo como técnica funciona en combinación con el refuerzo positivo y en momentos puntuales de necesidad. 

El castigo no debe utilizarse como forma de infligir daño moral o personal o en forma de humillación, gritos, maltrato físico, ni tan solo como "lección"

El castigo debe entenderse como asunción de consecuencias. Así como sucede en nuestra vida natural.

El castigo no debe ir unido ni asociado a la persona que lo inflige, sino a la responsabilidad de el que lo recibe. OJO, sin culpabilizar al niño. Pero si haciendo entender la responsabilidad de sus actos, con el objetivo de empoderar al pequeño para que la próxima vez tome la decisión que le lleve a otra consecuencia mejor para él.

Se puede educar sin castigos, pero no sin consecuencias.

Funciona mucho más rápido y mejor la utilización de refuerzos positivos que el castigo aislado. Los refuerzos deben ser coherentes (no vale reforzar un día lo que otro día no se acepta) evitando la ambivalencia.

Está demostrado que un estilo educativo autoritario con exceso del uso del castigo ofrece consecuencias penosas en los chicos y chicas en la adolescencia y en la vida adulta. Falta de habilidades sociales, relaciones pobres e inestables con sus iguales, delincuencia, consumo de drogas y falta de regulación emocional. Pobre autoestima y sentimiento de inutilidad. 

Educar con castigos destruye la autovalía personal y la confianza en uno mismo. No fomenta la autoconciencia ni la atribución de responsabilidad. 





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