miércoles, 29 de junio de 2016

El ORIGAMI como herramienta para el desarrollo de habilidades desde la EDUCACIÓN SOCIAL Y MINDFULNESS

 

Foto,Japanexpertena.se

                                                                                        “Toda persona puede convertirse en escultor de su propio cerebro”

Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina.

Origami es una técnica con una base cultural y artística. Forma parte de la cultura y el arte japonés desde hace más de mil años, transmitida de madres/padres a hijos/as y de maestros/a a alumnos/as. Origami, una palabra japonesa compuesta de dos kanjisori, que quiere decir doblar papel y kami, papel.

Una técnica basada en el doblado de papel para crear figuras bi o tridimensionales, que permite que los nuevos practicantes de la misma, puedan crear modelos nuevos según el contexto, en muchas ocasiones muy distintos de los modelos clásicos:  Pájaros, animales, peces, formas geométricas, muñecos, juguetes, máscaras, casas… Desde un niño pequeño hasta una persona mayor, todos pueden aprender a hacer múltiples figuras, con una hoja de papel simple, sus manos y poniendo su mejor intención.

En festividades, escuelas, familias, exposiciones… todos ellos son contextos y espacios donde poder acercar este arte y cultura a la comunidad y facilitar espacios de compartir, aprendizaje, calma, atención y concentración.

Esta técnica tiene un amplio abanico de beneficios, tanto en la infancia, adolescencia, como en personas adultas y mayores, que van desde mejora en  las áreas de coordinación viso-motoras, la motricidad fina, el entrenamiento de la atención, la concentración, el razonamiento lógico, la creatividad, la resolución de problemas, la secuenciación y la planificación, la destreza manual y la coordinación bilateral, lo cual ayuda bastante en tomar conciencia de la operatividad de nuestras manos, fomentando así el espíritu creativo, el razonamiento lógico, pensamiento múltiple, la tolerancia, independencia, autoestima, integración grupal, autocontrol y cooperación (Mejía, Puerta & Pizarro, 2007). Además, desarrolla las primeras nociones de geometría y lógica matemática en los/as niños/as.

Mindfulness, no es sólo una técnica, el concepto es muy amplio, pero brevemente podríamos decir que es como un modo de vida, de relacionarse con los acontecimientos de una forma saludable para nosotros/as y nuestro entorno. Es difícil de recoger todo su contenido y hacer definición de en qué consiste, pero siendo muy valientes diríamos que es darnos cuenta de la experiencia presente, con apertura y aceptación, suspendiendo nuestros juicios, prestando atención de forma intencionada en el momento presente”

Mindfulness, nos ofrece como beneficios flexibilidad mental, adaptación a los cambios, a través de la calma y la consciencia, con compromiso hacia nosotros/as mismos y hacia las demás personas y contextos.
Favorece un mejor clima positivo al mejorar nuestra regulación emocional y previene el estrés y todos sus derivados como la ansiedad y los procesos de rumiación.

Para poder entender un poquito más cómo funciona nuestro cerebro y relacionarlo con estos beneficios que nos ofrece la técnica del Origami y el Mindfulness, es necesario que comprendamos de forma muy breve algunos conceptos relacionados con los procesos de aprendizaje y cambios funcionales como la neurogénesis, la plasticidad cerebral y las funciones cognitivas.

Hasta hace unas décadas, se creía erróneamente que las neuronas morían y no eran reemplazadas por otras nuevas, y que la muerte de las células nerviosas y neuronas era irreversible, pero gracias a los avances científicos y tecnológicos, la resonancia magnética funcional y otras técnicas de investigación y análisis, se ha podido comprobar que las neuronas siguen naciendo durante toda nuestra vida en algunas partes del cerebro, es la neurogénesis.

La plasticidad cerebral también nos ofrece claridad en algunos conceptos erróneos que se tenían, y es que las conexiones neuronales también se realizan durante toda la vida.

Cuando estamos inmersos en un nuevo aprendizaje o experiencia, el cerebro realiza una serie de conexiones neuronales, que activan o construyen rutas para intercomunicarse neuronas entre distintas áreas cerebrales. Algo parecido a lo que podíamos identificar con la creación de un camino en la montaña cuando de forma repetida, lo utiliza un agricultor/a o un pastor/a en su ruta diaria.

Las neuronas se van comunicando entre sí, mediante esas conexiones o sinapsis que pueden durar toda la vida y cada vez que se adquieren nuevos conocimientos o aprendizajes a través de una tarea repetitiva, esa comunicación sináptica o camino que hemos creado se ve reforzado hasta que creamos una nueva imagen, sonido, sensación, olor, etc., en nuestro cerebro.

Otro concepto a tener presente son las funciones que ejercitamos en nuestro cerebro para poder dirigirnos hacia nuestros objetivos, son las funciones ejecutivas, habilidades cognitivas autodirigidas internamente al servicio de una meta. Anatómicamente, los estudios por neuroimagen las ubican en el lóbulo prefrontal.

Estas funciones comprenden las capacidades mentales necesarias para formular metas, planificar la manera de lograrlas y llevar adelante ese plan de manera eficaz (Lezak, 1982, p.281) y así, permitir el funcionamiento independiente, con propósito, creatividad y de manera que éste sea socialmente aceptable, como diría Goldberg (2004), el director de la orquesta que dirige y supervisa al resto del cerebro, entre ellas estarían: inhibición, memoria de trabajo verbal, lenguaje interior autodirigido o memoria de trabajo no verbal, regulación de las emociones y de la motivación, planificación y resolución de problemas, metacognición.

Precisamente, conociendo todo esto, es importante que desde la educación colaboremos en el proceso de desarrollo y maduración cerebral de las personas con quienes trabajamos conjuntamente, con distintas actividades que sean accesibles y adaptadas para todos los grupos de edad, diversidad, desarrollo y procesos de aprendizaje.

Los últimos avances de las neurociencias, la neuroeducación y la neuropsicología, han demostrado que entrenarnos en Mindfulness cambia nuestro cerebro, tanto en su estructura como en su funcionamiento, la organización funcional del cerebro, para producir bienestar, entre otros, al aumentar la capacidad de atención sostenida podemos reducir ese tiempo en el que la mente está distraída fuera de la actividad que realizamos, disminuir las rumiaciones, el piloto automático y aumentar así el rendimiento y la efectividad, reduciendo la ansiedad y el malestar.

El trabajo con papiroflexia puede ser una de estas actividades que decíamos, accesible y con posibilidad de adaptar a distintos colectivos, requiere ejercitar y entrenar nuestra memoria, imaginación, concentración en una actividad manual, control visual, pensamiento, coordinación de ambas manos, manteniendo nuestra atención y distanciándonos de las rumiaciones, lo cual produce un avance en nuestro desarrollo, y es una útil herramienta para favorecer el aprendizaje a través de esa plasticidad y entrenamiento repetitivo de las funciones ejecutivas.

Favorece igualmente los procesos de autoestima, a través de la valoración de los resultados obtenidos por los trabajos realizados, la motivación, la expresión, la percepción y la creatividad. Cualidades muy importantes en ciertos colectivos para trabajar desde la Educación Social.

Según Rodríguez y Fernández (2001) a nivel fisiológico, en la práctica del Origami, participan multitud de articulaciones y se incrementan las funciones de coordinación, discriminación, procesamiento, percepción y organización, funciones que nos ayudan a gestionar otros muchos de los aprendizajes a lo largo de la vida.
El entrenamiento también del trabajo manual, nos ofrece el fortalecimiento de la motricidad fina, las destrezas manuales, las funciones de relación y lateralidad, para el aprendizaje de la lecto-escritura y la madurez del lenguaje, tan importante en la infancia principalmente.

Algunas de las clasificaciones que se hacen del Origami según su finalidad que se utiliza en el ámbito socioeducativo son:

-          Origami intelectual: Cuando se espera promover a través del Origami el aprendizaje, la autoestima, la creatividad o la resolución de problemas.

-          Origami Social: Cuando se emplea el Origami para conocer a otras personas, mejorar las relaciones sociales, empoderar a las personas desde su inclusión a través de pequeños espacios controlados como “efecto laboratorio” y vehículo para su inclusión y desarrollo social, inicialmente en espacios reducidos y posteriormente en otras redes sociales y contextos.

Y el Origami, ¿qué relación tiene con Mindfulness?


Origami es una actividad que necesita de concentración y atención, habilidades que se entrenan desde la práctica del Origami así como desde la práctica de Mindfulness, con unos efectos en nuestro cerebro, de flexibilidad, mejora de los procesos cognitivos y aumenta el funcionamiento de la corteza prefrontal.

Practicar Mindfulness y Origami, nos obliga a centrarnos en el momento presente, y ser más conscientes de nuestro cuerpo, calmar nuestra mente, distanciándonos de las emociones y de nuestros pensamientos rumiativos.

La práctica de doblar papel puede ser igualmente una actividad consciente, tomar consciencia de cada pliegue en el papel, implica entrenarnos en estar más presentes y despiertos/as a la experiencia del momento, poder ampliar nuestras percepciones ante posibles nuevas formas y figuras que creemos. El pliegue puede representar distintos pasos que vamos dando de forma consciente, incluso coordinándolos con la respiración, al inspirar doblo papel y al exhalar doble papel, observando el proceso conscientemente, dándonos cuenta de los movimientos de nuestros dedos, nuestras manos, brazos y posición de nuestro cuerpo.

Coincidiendo con los 7 principios y actitudes de Mindfulness: no juzgar, la paciencia, la mentalidad de principiante, la confianza, el no forzarse, la aceptación y el ceder. Estas actitudes son interdependientes, cada una influye, mejora y fortalece a las otras.

Algunas de ellas también podemos entrenarlas a través del Origami.

Cuando No Juzgamos, asumimos un papel de observador/a sin juicios automáticos, ni etiquetas, que provocan posturas y posiciones a favor, en contra o indiferente. 

La Paciencia, otra de ellas, esta actitud se cultiva tanto en Mindfulness como en el trabajo con Origami, un proceso de aprendizaje que se reconoce en el tiempo, desde el amor y el cuidado hacia nosotros/as permaneciendo y aceptando abiertamente, comprendiendo la importancia de respetar los ciclos de cada paso, tanto en el Origami como Mindfulness, la paciencia es una actitud que tiene que ofrecerse en pequeñas dosis desde el inicio y cultivarse en el camino.
Mente de Principiante. Cuando podemos contemplar desde un modo de observador, abriéndonos a la exploración, la curiosidad, abandonando nuestros juicios y expectativas, como si fuera la primera vez.

Confianza. En el Origami y Mindfulness, es necesario que confiemos en nosotros/as, tengamos fé y esperanza en nuestros recursos y talentos naturales, escuchando nuestro propio cuerpo y nuestra intuición. Cometiendo errores, rectificando, aprendiendo y transformando.

No forzarnos.  Cuando nos abrimos a la experiencia, nos desapegamos de esos esfuerzos por conseguir de forma poco natural, de exigirnos, de crear expectativas por conseguir resultados. Conlleva mucha dosis de aceptación de lo que se va produciendo, poniendo énfasis en el proceso.

Aceptación. Observando lo que va ocurriendo en el presente, sin intentar forzar que sea de otra forma, sin malgastar tiempo ni energía para no acumular tensión por expectativas ni aversión.
El Origami nos permite cuidar cada detalle del trabajo que realizamos, aceptando el propio proceso y los errores, descubrimientos u obstáculos que nos encontramos en el mismo, como en Mindfulness, una actitud también esencial para experimentar el presente y distanciarnos de las reacciones del piloto automático, desarrollando la disposición de observar las cosas para poder tomar decisiones mejores, con más claridad. De ahí que las funciones ejecutivas que comentábamos antes tienen un papel también fundamental.
Dejar irceder, no apegarnos a determinadas cosas, ideas, sensaciones y especialmente a los resultados. Entrenando nuestra atención tanto en el trabajo con Origami como con Mindfulness, prestar atención a nuestra experiencia interna, nuestras sensaciones, percepciones, pensamientos, ideas, expectativas, recuerdos, que vienen en cada momento del proceso, darnos cuenta, reconocerlos y observar si nos aferramos a ellos dejándolos ir y soltando.

En Mindfulness, además de necesitar de estas 7 actitudes básicas, es imprescindible el compromiso desde el inicio, la constancia, autodisciplina, la intención y la dedicación de nuestra atención y concentración con todos los sentidos.

En el Origami, como con Mindfulness, es imprescindible ir despacio, ser pacientes, observar, explorar y mantener, una y otra vez, las veces que hagan falta, llevando nuestra atención al momento presente, con cariño, paciencia y desde la apertura.


Desde el ámbito socioeducativo de la Educación Social, el Origami y Mindfulness nos ofrecen una alternativa de nuevas posibilidades para poder acompañar en el proceso de desarrollo de habilidades y fomentar capacidades y talentos que tenemos innat0s y que nos ayudan a mejorar nuestro desarrollo cerebral y funciones ejecutivas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario